Cada loco con su tema
Fragmento del discurso pronunciando por Joan Manual Serrat al recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Complutense de Madrid
"Yo aprendí el oficio de hacer canciones y cantar de otros que antes lo aprendieron de otros, y me hace feliz pensar que tal vez con mi trabajo he podido ayudar al aprendizaje de los que siguen.
Si he contribuido poética y musicalmente a dignificar la canción, me parece fantástico que ustedes, contemporáneos míos, me lo hagan saber y me siento muy halagado de que me lo agradezcan.
La gratitud no es una virtud frecuente; más bien lo contrario.
La historia está llena de hombres que mucho han contribuido en éste u otro aspecto de la vida y que no han recibido a cambio más que el desprecio y la ingratitud de sus contemporáneos…
…Aunque coincidirán conmigo en que un hombre que disfruta del privilegio de dedicarse a una profesión que le hace feliz, que hace lo que le gusta hacer, que le pagan por hacerlo y que además constantemente percibe que la gente le quiere, más que un mérito, tiene una bendición.
Y éste es mi caso.
También me alegra que conste entre los méritos que se me atribuyen el de haber contribuido a la difusión de la obra de grandes poetas españoles, pero les confieso que, al musicar poemas de Antonio Machado, de Miguel Hernández y de otros maestros, no era exactamente esa mi intención.
Lo hice porque sus poemas me conmovieron.
Lo hice siguiendo el camino de otros que lo hicieron, como Paco Ibáñez, como Raimón, como Alberto Cortez y algún otro más.
Lo hice porque los versos sonaban a canciones. Canciones bellas e inteligentes que a mi me hubiese gustado escribir.
No se si ellos, los grandes músicos, estarán de acuerdo con lo que se ha hecho con su obra, ni con lo que se ha dicho aquí al respecto. Realmente sería interesante conocer su opinión.
En mi defensa les diré que una de las mayores satisfacciones que tuve cuando grabé aquellas canciones con versos de Antonio Machado fue una carta del gremio de libreros de Madrid en la que se me agradecía, después del éxito del disco, mi contribución a que las ventas de los libros del poeta se multiplicaran. (...)
La carta del gremio de libreros tranquilizó mi conciencia, en el sentido de que mi trabajo tal vez sirvió para algo más que para darle una capa de pintura a la ignorancia.
También me gusta la idea de haber contribuido a normalizar el catalán o, mejor dicho a devolver la normalidad al catalán.
Aunque en mi caso no hay que darle mucha importancia porque, aparte de ser catalán, ejerzo de tal, y para mí expresarme en catalán ha sido algo tan natural como que crezcan las uñas.
Si hay que agradecer a alguien su contribución a la normalización del catalán, hagámoslo por quienes han peleado por defender el derecho propio o ajeno, por devolver la normalidad a una lengua y una cultura que sólo la intolerancia, la ignorancia y el rencor marginaron.
(...) Tal vez ustedes, al premiarme con este doctorado, han querido contribuir al esclarecimiento de uno de los misterios de la metafísica patriótica o, en términos de Antonio Machín, a resolver el dilema de cómo se puede tener dos idiomas a la vez y no estar loco.
Seguro que en esto habrá otro punto de vista, tan legítimo como el mío.
Pero en lo que supongo que estarán de acuerdo conmigo es que el hombre, al defender los valores democráticos, al enfrentarse a la discriminación y la intolerancia, al defender la riqueza del pensamiento libre y plural, no hace otra cosa que actuar en defensa propia.
Reivindico valores como la libertad y la justicia como un algo único pues no hay libertad sin justicia, ni justicia sin libertad.
Lo hago frente a la preponderancia aplastante del dinero, valor promedio por el que se miden y se valoran las cosas y las gentes.
Reivindico la justicia y la libertad, porque reivindico la vida
Reivindico a la humanidad en su sentido más amplio.
Reivindico a los humanos y a la naturaleza, que nos acoge y de la que formamos parte.
Reivindico el realismo de soñar en un futuro donde la vida sea mejor y las relaciones más justas, más ricas y positivas, y siempre en paz.
Y sobre todo, como un derecho que todo lo condiciona, reivindico el conocimiento como el pilar fundamental que nos sustenta y que nos caracteriza positivamente como especie.
Que esto sea digno de reconocimiento es algo que debería hacernos reflexionar acerca del mundo en que vivimos y de los valores que lo mueven.
Como decía el profesor Casares, cuando hablamos del canto y de quien lo practica, hablamos de un arte que ha vertebrado la sociedad.
Yo escribo canciones para expresarme, pero también para comunicarme.
Los argumentos de mis canciones están en mí, pero también están alrededor de mí.
Son lo que yo siento, pero también son lo que me cuentan los demás
Son lo que yo soy, pero también lo que me gustaría ser. Son mi realidad, pero también mi fantasía.
Las canciones viven en la memoria personal y colectiva de las gentes. Las canciones viajan y nos transportan a tiempos y lugares donde tal vez fuimos felices.
Todo momento tiene una banda sonora! Y todos tenemos nuestra canción, esa canción que se hilvana en la entrada del alma y que uno acaba amando como se ama a sí mismo.
Tal vez alguno de ustedes ahora esté pensando: 'Por su cu1pa, Serrat, me casé con el que hoy es mi esposo -o mi señora-; estábamos un atardecer de verano en la playa, cuando empezó a sonar su canción; etc, etc.
Por favor: eso no es culpa de mis canciones, sino de sus atardeceres de verano y de sus ímpetus juveniles.
Así son algunas canciones. Personales e intransferibles. Otras aglutinan, un sentimiento común y se convierten en himnos. Entonces dejan de pertenecer al autor para ser de todos.
Les puedo jurar que en la composición y en la ejecución de algunas canciones populares hay hallazgos tan definitivos como el teorema de Pitágoras o las virtudes del ácido acetilsalicílico para combatir la cefalea.
Dice el refrán que “quien canta, su mal espanta”. Y es cierto. Cantando compartes lo que amas y te enfrentas a lo que te incomoda. Conjuras los demonios y conviertes sueños en modestas realidades.
Yo canto por el gusto de cantar. Cantar me da placer. Por eso para mí, tener el oficio de cantar es un privilegio. Aparte, siempre te dan mesa en los restaurantes.
Estoy seguro de que por encima de todos los considerandos que se enumeran, esta distinción es el fruto de algo tan simple y preciado como el cariño. Así lo entiendo y lo agradezco. Si para algo vale la pena vivir es para querer y ser querido, es lo que mueve mis pasos. Probablemente, a lo largo de mi vida no haya hecho otra cosa que lo que estoy tratando de hacer ahora mismo: que me quieran mis amigos. Y tener cada vez más. Que es la única acumulación que merece la pena en la vida y por la que no se pagan impuestos. Muchas gracias."
"Yo aprendí el oficio de hacer canciones y cantar de otros que antes lo aprendieron de otros, y me hace feliz pensar que tal vez con mi trabajo he podido ayudar al aprendizaje de los que siguen.
Si he contribuido poética y musicalmente a dignificar la canción, me parece fantástico que ustedes, contemporáneos míos, me lo hagan saber y me siento muy halagado de que me lo agradezcan.
La gratitud no es una virtud frecuente; más bien lo contrario.
La historia está llena de hombres que mucho han contribuido en éste u otro aspecto de la vida y que no han recibido a cambio más que el desprecio y la ingratitud de sus contemporáneos…
…Aunque coincidirán conmigo en que un hombre que disfruta del privilegio de dedicarse a una profesión que le hace feliz, que hace lo que le gusta hacer, que le pagan por hacerlo y que además constantemente percibe que la gente le quiere, más que un mérito, tiene una bendición.
Y éste es mi caso.
También me alegra que conste entre los méritos que se me atribuyen el de haber contribuido a la difusión de la obra de grandes poetas españoles, pero les confieso que, al musicar poemas de Antonio Machado, de Miguel Hernández y de otros maestros, no era exactamente esa mi intención.
Lo hice porque sus poemas me conmovieron.
Lo hice siguiendo el camino de otros que lo hicieron, como Paco Ibáñez, como Raimón, como Alberto Cortez y algún otro más.
Lo hice porque los versos sonaban a canciones. Canciones bellas e inteligentes que a mi me hubiese gustado escribir.
No se si ellos, los grandes músicos, estarán de acuerdo con lo que se ha hecho con su obra, ni con lo que se ha dicho aquí al respecto. Realmente sería interesante conocer su opinión.
En mi defensa les diré que una de las mayores satisfacciones que tuve cuando grabé aquellas canciones con versos de Antonio Machado fue una carta del gremio de libreros de Madrid en la que se me agradecía, después del éxito del disco, mi contribución a que las ventas de los libros del poeta se multiplicaran. (...)
La carta del gremio de libreros tranquilizó mi conciencia, en el sentido de que mi trabajo tal vez sirvió para algo más que para darle una capa de pintura a la ignorancia.
También me gusta la idea de haber contribuido a normalizar el catalán o, mejor dicho a devolver la normalidad al catalán.
Aunque en mi caso no hay que darle mucha importancia porque, aparte de ser catalán, ejerzo de tal, y para mí expresarme en catalán ha sido algo tan natural como que crezcan las uñas.
Si hay que agradecer a alguien su contribución a la normalización del catalán, hagámoslo por quienes han peleado por defender el derecho propio o ajeno, por devolver la normalidad a una lengua y una cultura que sólo la intolerancia, la ignorancia y el rencor marginaron.
(...) Tal vez ustedes, al premiarme con este doctorado, han querido contribuir al esclarecimiento de uno de los misterios de la metafísica patriótica o, en términos de Antonio Machín, a resolver el dilema de cómo se puede tener dos idiomas a la vez y no estar loco.
Seguro que en esto habrá otro punto de vista, tan legítimo como el mío.
Pero en lo que supongo que estarán de acuerdo conmigo es que el hombre, al defender los valores democráticos, al enfrentarse a la discriminación y la intolerancia, al defender la riqueza del pensamiento libre y plural, no hace otra cosa que actuar en defensa propia.
Reivindico valores como la libertad y la justicia como un algo único pues no hay libertad sin justicia, ni justicia sin libertad.
Lo hago frente a la preponderancia aplastante del dinero, valor promedio por el que se miden y se valoran las cosas y las gentes.
Reivindico la justicia y la libertad, porque reivindico la vida
Reivindico a la humanidad en su sentido más amplio.
Reivindico a los humanos y a la naturaleza, que nos acoge y de la que formamos parte.
Reivindico el realismo de soñar en un futuro donde la vida sea mejor y las relaciones más justas, más ricas y positivas, y siempre en paz.
Y sobre todo, como un derecho que todo lo condiciona, reivindico el conocimiento como el pilar fundamental que nos sustenta y que nos caracteriza positivamente como especie.
Que esto sea digno de reconocimiento es algo que debería hacernos reflexionar acerca del mundo en que vivimos y de los valores que lo mueven.
Como decía el profesor Casares, cuando hablamos del canto y de quien lo practica, hablamos de un arte que ha vertebrado la sociedad.
Yo escribo canciones para expresarme, pero también para comunicarme.
Los argumentos de mis canciones están en mí, pero también están alrededor de mí.
Son lo que yo siento, pero también son lo que me cuentan los demás
Son lo que yo soy, pero también lo que me gustaría ser. Son mi realidad, pero también mi fantasía.
Las canciones viven en la memoria personal y colectiva de las gentes. Las canciones viajan y nos transportan a tiempos y lugares donde tal vez fuimos felices.
Todo momento tiene una banda sonora! Y todos tenemos nuestra canción, esa canción que se hilvana en la entrada del alma y que uno acaba amando como se ama a sí mismo.
Tal vez alguno de ustedes ahora esté pensando: 'Por su cu1pa, Serrat, me casé con el que hoy es mi esposo -o mi señora-; estábamos un atardecer de verano en la playa, cuando empezó a sonar su canción; etc, etc.
Por favor: eso no es culpa de mis canciones, sino de sus atardeceres de verano y de sus ímpetus juveniles.
Así son algunas canciones. Personales e intransferibles. Otras aglutinan, un sentimiento común y se convierten en himnos. Entonces dejan de pertenecer al autor para ser de todos.
Les puedo jurar que en la composición y en la ejecución de algunas canciones populares hay hallazgos tan definitivos como el teorema de Pitágoras o las virtudes del ácido acetilsalicílico para combatir la cefalea.
Dice el refrán que “quien canta, su mal espanta”. Y es cierto. Cantando compartes lo que amas y te enfrentas a lo que te incomoda. Conjuras los demonios y conviertes sueños en modestas realidades.
Yo canto por el gusto de cantar. Cantar me da placer. Por eso para mí, tener el oficio de cantar es un privilegio. Aparte, siempre te dan mesa en los restaurantes.
Estoy seguro de que por encima de todos los considerandos que se enumeran, esta distinción es el fruto de algo tan simple y preciado como el cariño. Así lo entiendo y lo agradezco. Si para algo vale la pena vivir es para querer y ser querido, es lo que mueve mis pasos. Probablemente, a lo largo de mi vida no haya hecho otra cosa que lo que estoy tratando de hacer ahora mismo: que me quieran mis amigos. Y tener cada vez más. Que es la única acumulación que merece la pena en la vida y por la que no se pagan impuestos. Muchas gracias."
3 oyentes en el micrófono abierto:
Qué majo el tío :D Y muy bueno lo que dice... no sabía que le habían hecho honoris causa!
Un saludo!
Si... de hecho no intento exponerlo como noticia, pues fue en 2006. Solo posteé porque me gustó el discurso ^^
Saludos!!
Me ha encantado el discurso, supongo que influye que me guste Serrat :)
Besos
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