Dreamer
Con frecuencia la gente le miraba extraño al pasar. Lo hacían con miradas curiosas que se perdían en la infinidad de unos ojos que veían sin mirar, de unos ojos que desdibujaban la realidad. La percepción era un concepto demasiado abstracto en él. Extraía con inconsciente agilidad las líneas que daban forma a la calles, los colores que inundaban su sentido, usándolos para moldear a su antojo otro mundo. Caminaba en el limbo que separa el sueño de la realidad, donde la gente es más amable, los colores son más vivos y los sentimientos más intensos. Caminaba allí donde los deseos se hacen realidad con solo desearlos un poquito más.
Desde aquél su plano abstracto no era capaz de ver como le observaban al pasar. Caminaba con paso alegre y actitud ligeramente altiva, en la cara pintada una sonrisa y la mirada clavada en el infinito. Pero no era su actitud ausente, ni su jovial andar; lo que atraía las miradas ajenas era su brazo derecho. Lo llevaba semi-extendido, tocando cualquier cosa que se encontrara en su camino. La áspera corteza de un árbol, la rugosidad de una pared pintada de cal, el frío acero de una farola o una señal, el traqueteo de los rápidos y repetidos golpes contra las varas de una reja. Era el contacto de lo físico lo que buscaba, lo que deseaba para no desvincularse completamente de la realidad. Era el hilo que le ataba y que tiraba de él sacándole de su mundo interior. Era esa voz de su conciencia que le recordaba que no bastaba con solo desear, que por aquello que se quiere hay que luchar.
Supertramp "Dreamer"