miércoles, 18 de febrero de 2009

Teacher

Comienza el nuevo cuatrimestre y, como siempre, aparecen algunas caras nuevas y algunas caras conocidas. Unas debidas a nuevas asignaturas y otras debidas a un cambio de profesor en la repetidas.

Decía mi profesora de Álgebra Lineal, que si había un dia importante en todo el curso en el que se debería ir a clase casi obligatoriamente, ese debía ser el primero, la presentación de la asignatura. Y no andaba falta de razón. El primer día uno no sólo conoce de qué va a ir la asignatura (cosa realmente importante si aún estás en período de alteración de matrícula), su sistema de evaluación (a todas luces importantísimo), o a tus compañeros, sino que uno también conoce quién va a ser tu profesor. Y esa primera toma de contacto no deja de ser importante.

Como diría Forrest Gump, los profesores "son como una caja de bombones: nunca sabes cuál te va a tocar". Algunos se venden muy bien y luego resultan más malos que el diablo, otros en cambio van de duros y luego son un pedazo de pan... Sin embargo, no es hasta el primer día de clase propiamente dicho (es decir, el segundo día, cuando se empieza con el temario) cuando uno ve, o intuye, de qué pie cojea cada profesor.

Muchas veces no los valoramos, e incluso, los despreciamos en relación directa al exámen que ponen o a sus métodos de corrección. Sólo cuando aparece un profesor realmente malo es cuando echas de menos a esos "hijos de puta" que tan bien explicaban o que hacían para que te interesaras por la asignatura.

Y es que tener un buen profesor hace mucho. Es cierto que en la universidad pública el profesor ya no es como un segundo padre (como es en primaria o incluso en secundaria) que está siempre encima tuya evaluándote hasta en tu forma de respirar, y que son dados a dejarte a tu bola. Sin embargo, siempre hay ciertas cosas que se pueden hacer por el bien del alumno.

Ser un buen profesor, no es fácil. Se necesitan, bajo mi punto de vista, dos virtudes fundamentales: la calidad y el interés. Cuando hablo de calidad, hablo de lo bueno o malo de un profesor explicando, tanto en clase magistral, como en tutoría privada. Un profesor que explique mal no es, desde luego, un buen profesor. Y cuando hablo de interés, me refiero al interés del profesor por la asignatura y por sus alumnos, cosa que se ve tanto en el trato de éste con ellos, como en su forma de explicar o plantear las clases e incluso en su búsqueda de alicientes o métodos alternativos de evaluación.

Entre los míos, abunda mucho el profesor que carece total y absolutamente de interés induciendo, por tanto, en el alumno ese mismo interés por la asignatura, es decir, ninguno.
Otras veces ocurre el caso de un profesor con auténtico interés por la asignatura, pero malo en sus explicaciones. Cuando ésto ocurre la sensación personal que me provoca es algo confusa. Mientras la asignatura se lleve bien no suele haber problema, pero en el momento que surgen dudas y que sientes necesario asistir a una tutoría, puedes llevarte una completa decepción acompañada de un sentimiento de total y completa impotencia de no saber a qué o a quién recurrir para salvar la asignatura.

Sin embargo, el auténtico problema surge cuando los dos factores confluyen negativamente. Cuando se da ésta situación pueden suceder esperpénticas situaciones como la ocurrida hoy en clase de Física. Cuando llegamos todos esperábamos a una señora algo mayor, vieja conocida ya para algunos, sin embargo en su lugar había una mujer algo más jóven. Una mujer que no se ha quedado sola por puro y duro respeto. Si empezó la clase con cerca de unas 100 personas (un pleno que refleja la buena o excelente labor ejercida por el profesor del pasado cuatrimestre) habrá terminado con apenas unas 15 o 20. Incluso gente de primera fila armó su maleta y salió tan campante por la puerta.

A mi me gustaría saber qué pasa cuando a un profesor le ocurre ésto. Cuando ve como la gente desaparece en mitad de sus explicaciones. Yo en su lugar me sentiría fatal. Pero teniendo en cuenta el interés mostrado, no creo que a ésta señora le pase eso. Total, es solo una sustituta que apenas durará un mes. Por ello puede permitirse el lujo de venir sin prepararse la clase como es debido, y explicarnos el tema añadiendo cosas que no necesitamos y que no vamos a usar (probablemente ni entren en el temario), cepillarse un tema (de los largos) en solo hora y media, sin ejemplos, sin demostraciones, sin nada.

Y es que, yo soy de los que piensan que en la universidad faltan educadores y sobran genios.


Jehtro Tull "Teacher"

4 oyentes en el micrófono abierto:

Lady Skywalker 19 de febrero de 2009, 15:45  

Supongo que sólo hablas de los profes de universidad, por lo que ha de asumirse que los alumnos de la facultad tienen, al menos, un 50% de interés al asistir a una clase. Los niñatos de instituto (sobre todo los de Secundaria Obligatoria) son un rebaño aparte, y culpables de que gran parte de los que se/nos dedica(n)mos a la enseñanza encontremos o no motivación e interés por nuestro trabajo. Pero vamos, encontrar 15añeros con interés en algo productivo es una utopía, sólo se salvan 5 de 50.

Yahuan 20 de febrero de 2009, 14:46  

Aquí ocurre que es muy difícil no quejarse de un profesor, aunque a veces se lleve razón, claro.

* Si Lady Skywalker educa, yo diría que de fase no es buenno menospreciar a la persona por tener 15 años. Si realmente la mayoría cumple con lo dicho, se supone que es misión del educador intentar cambiarlo por todos los medios en la medida de lo posible. Digo yo.

DARK DREAMER 20 de febrero de 2009, 19:44  

Es muy difícil motivar a un niño de 15 años que tiene interés cero en aprender inglés, matemáticas, lengua castellana, literatura o la asignatura que sea. Y es muy triste verte intentando hacer una clase divertida y dinámica y que un niño te diga: "Seño, si esto no sirve pa ná". Sobre la facultad, pues en el grupo de los profesores hay de todo, claro está. Yo odio a los que van de guays y en clase te cuentan su vida y sus batallitas de su época estudiantil, y luego te planta un examen que te cagas en las bragas.

Lady Skywalker 21 de febrero de 2009, 1:37  

No, la función de un profesor no es cambiar la educación de nadie. Últimamente se ha caído en llamar a los maestros y profesores "educadores", cuando los que principalmente deben realizar la labor de educar son los padres. Un profesor puede darte cultura, aportarte mil cosas nuevas provechosas para la vida en general, pero la educación más básica ha de venir aprendida de casa. Así que sí, tienes razón, la misión del educador es educar, la del profesor es enseñar. Yo no menosprecio a nadie por tener 15 años porque sería úna estupidez. Menospreciar no es la palabra, lo que me dan muchos es pena de ver como muchos de ellos realmente hacen un pésimo uso de sus cualidades y de su inteligencia. Todos hemos pasado por los 15 años y por supuesto que la gran mayoría no somos conscientes a esa edad de muchas cosas, pero una cosa es tener 15 años y vivirlos, y otra cosa es tener 15 años y desperdiciarlos.

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